Hoy quiero hablar de la importancia del deporte en la salud mental. Pero quiero especificar algo más. ¿Qué pasa si al deporte le ponemos música? Que aparte de convertirlo en arte, lo convertimos en baile.
Para empezar a hablar de los beneficios psicológicos, al bailar se liberan endorfinas, que son neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo, el bueno humor, el afecto y la sensación de bienestar. Lo más común es que tras una clase de baile, salgamos relajados y con una actitud positiva. Si hemos llevado preocupaciones a la clase, lo más probable es que nos hayamos descentrado de ellas.
Mientras estamos bailando, estamos concentrados en una actividad que requiere nuestra atención, por lo que estamos desconectando de la rutina diaria, dándole una patada al estrés y a la ansiedad.
Un punto importante a tener en cuenta es que se ejercita la memoria, estimulando el cerebro al incorporar secuencias de pasos. Esto nos ayudará a combatir enfermedades como el Alzheimer.
Gracias al baile, nos conocemos más a nosotros mismos, conectando con nuestro cuerpo, descubriéndole y destensándole. Al conseguir avances en nuestro estilo, también mejora nuestra autoestima, y esto aumenta la motivación, que nos mantendrá alejados de un estado de ánimo decaído. En definitiva, bailar es dedicar un rato a uno mismo, dentro de una burbuja llamada música.
Por otro lado, en el plano físico, bailar mejora la postura corporal. En la vida cotidiana, por el trabajo, las prisas, o el estrés tendemos a encorvar la columna vertebral y contraer los músculos abdominales. Con el baile enderezamos la postura y prestamos más atención al cuerpo, escuchándole, familiarizándonos con él y trabajando todos los músculos. Soltamos tensiones y fortalecemos las articulaciones.
Al tratarse de un ejercicio aeróbico, los beneficios cardiovasculares son importantes. Se reduce la presión sanguínea, ganamos resistencia aeróbica, controlamos el riesgo de sufrir diabetes, adelgazamos y definimos los músculos implicados en el movimiento. Algo importante a tener en cuenta, es que es una actividad que se puede realizar a cualquier edad y nunca es tarde para empezar con ella, siempre y cuando sea un estilo adecuado a nuestras condiciones físicas.
También ganamos coordinación, nuestros tobillos trabajan el equilibrio y fortalecemos grupos musculares que no trabajan en las actividades de la vida diaria. Y gracias a las endorfinas anteriormente mencionadas, nuestro sistema inmune se fortalece, lo que nos beneficiará a la hora de protegernos de enfermedades.
¿Y qué pasa si lo practicamos en grupo? Pues que te puedes encontrar gente muy distinta a ti, de edades, gustos y estilos de vida dispares, y con un punto en común: el amor al baile. Y también puede pasar que les conozcas más y te dejes conocer, y crees lazos nuevos con gente que te aporta puntos de vista distintos a tu vida. Esto nos hará abrir la mente y conocer tantas formas de vida como personas. Y eso, es enriquecerse socialmente. Porque una cosa está clara, los que amamos el baile, viajamos en el mismo barco.
Al igual que conectamos con nosotros mismos, bailar con otras personas nos hace conectar con ellos y desarrollar habilidades sociales como la empatía, la comunicación y la sociabilidad, aumentando nuestro círculo social, con todos los beneficios que esto conlleva.
Resumiendo, bailar en grupo aporta beneficios físicos, psicológicos y sociales. Y no hace falta ser un “Fred Astaire” para disfrutarlos. Sólo dejarse llevar por la música.
Así que, ¿a qué esperas? Elige tu estilo… y baila.