No seas tan perfect@, o no intentes serlo si no quieres dejarte la salud en ello. Ya sé que nos han dicho de manera directa o indirecta que tenemos que estar delgad@s, tener muchos títulos y ser excelentes trabajadores, hij@s, parejas, herman@s, compañer@s de trabajo, etc. Y a nosotras las mujeres, más. Porque además esto queda mejor si lo haces en tacones y con las mechas impecables.

Y no sabemos cómo, nos encontramos con Octubre y sus clases de inglés, la dieta rigurosa para salvar los excesos del verano, las tardes en el gimnasio, el máster de finanzas, el trabajo de fines de semana, quedarte con tu sobrina, las extraescolares de los niños, las quedadas familiares obligatorias, y un sinfín de compromisos propios y ajenos. Y cuando uno lleva un mes en este plan, empieza a mirar el calendario para calcular cuánto queda para las próximas vacaciones donde poder volver a respirar, a comer lo que no se ha comido antes, a dejar el gimnasio, y a quedarse el día en pijama. Y así vamos de saltito en saltito, cayendo en pequeños oasis de descanso, para coger el aire que nos falta el resto del año.

¿Te suena?

Quiero decirte que hay otra perspectiva con la que verlo. Sí, ya sé que es fácil decirlo, pero ¿y si empezamos a relacionarnos con nosotros de otra manera? ¿Y si empezamos a escucharnos?

  • En consulta vemos que la gente quiere adelgazar rápido y fácil. Y no vamos a negar que hay maneras para hacerlo, pero desde luego que no son las más saludables. Cada cuerpo es un mundo, y lo que a mí me sienta bien, a ti te puede caer fatal, o simplemente no va con tu estilo de vida. Hay muchos tipos de dietas, para conseguir objetivos distintos. Pero si empiezas a escuchar tu cuerpo, y a darle la oportunidad de que “te hable”, y te diga cómo le sientan ciertos alimentos, tal vez descubras que no hace falta machacarle con dietas estrictas que te impiden hacer vida social y te tienen amargado. La reeducación alimentaria es una de las mejores cosas que puedes hacer por ti, tratando con amor tu cuerpo, que es tu templo.
  • En cuanto a la “titulitis” tan típica de esta sociedad, bájate del tren y párate a pensar un rato si eso es lo que necesitas en este momento de tu vida. Si te fijas, desde la edad escolar competimos por las mejores notas, por acabar la carrera y conseguir plaza en el máster que queremos, tener buen nivel de inglés, porque parece que llegamos tarde a todos lados, y siempre habrá alguien que tenga más títulos que nosotros y que nos puede quitar el puesto. Y yo me pregunto ¿qué puesto? ¿Ese por el que dejaste de vivir? Te invito a que te preguntes si no echas de menos nada de tu vida, si no hay algo, alguna afición que dejaste de hacer por falta de tiempo, o que no probaste nunca. Esas clases de escritura creativa, teatro, jardinería, baile, chi kung, piano (sí, a cualquier edad se puede empezar) o encaje de bolillo. Te invito a que te hagas un esquema mental de cuánto tiempo al día le dedicas a fluir contigo mismo.
  • Piensa si de verdad al final del día frenético, lo que te hace falta es terminar de echar espuma por la boca en la clase de zumba o spinning, o si el cuerpo no te pide algo más relajado, y no menos deporte por eso. Algo como yoga, pilates, tai chi,… Estas son solo ideas, escucha a ver qué dice tu cuerpo.
  • Y en cuanto a los compromisos… podríamos hablar tanto de esto. Simplemente, revisa cuántas cosas haces porque te sientes en la obligación de hacer, porque de lo contrario, vas a ser mal hij@, herman@, padre, madre, amig@, etc. Revisa tus esquemas mentales limitantes, y empieza a decir “no” cuando necesites tu tiempo y espacio.

La vida no es una maratón. Es más bien una carrera de fondo, donde más nos vale cuidar nuestro vehículo, para poder disfrutar del paisaje mientras dure.

Os deseo bonitas reflexiones.